GOBERNANTES A LA ESCUELA

Carlos Matus
Los gobernantes son víctimas de la misma escuela que ellos no han podido renovar. Cuando niños sufrieron el amaestramiento de la escuela tradicional: transmisión atosigante y autoritaria, de conocimientos, a veces,  obsoletos, raciocinio determinístico, teorías en abstracto con olvido de la teorización sobre la realidad en que vive su familia y comunidad, excesivo respeto por los paradigmas vigentes, privilegio de lo cuantitativo sobre lo cualitativo e identificación de ciencia con los modelos bien estructurados con variables medibles. No le enseñaron a aprender, sino a aprender lo que le enseñaron. La escuela básica desaprovecha el potencial de inteligencia, creatividad y personalidad que encierra una mente joven y vigorosa, llena de interrogantes sobre el mundo.


Cuando el futuro gobernante ingresa a la universidad, encuentra allí una fábrica de profesionales departamentalizados en facultades. En la universidad, recibe una carga de unidimensionalidad tecnocrática que no puede criticar. Su formación previa en la escuela mató su capacidad de crítica creativa. Ya es un seguidor en potencia de una ciencia o una disciplina que se asila de las otras y se desarrolla fuera de contexto. Pero los departamentos de la universidad no existen en la práctica y los problemas de la práctica social no están en la universidad. La medicina, la economía, la biología, la ingeniería, la arquitectura, las disciplinas jurídicas aportan conocimientos parciales que el gobernante debe aplicar a problemas de salud, económicos, educativos, organizativos, de regulación social, de gerencia publica, de conducción política, de diseño urbano, etc. Y estos problemas cruzan todos los departamentos de la universidad, son multidepartamentales y transversales. En esa práctica se gesta el primer choque entre su capital cognitivo y los problemas con que debe lidiar. 



El partido político completa su formación. Allí debe abordar o eludir problemas para los cuales no está preparado. Allí recibe el impacto de una práctica signada por la competencia electoral y los pequeños intereses. En el partido nadie lo prepara para gobernar. Pero, es ahí donde  refuerza su ego y su individualismo, aprende a atacar y defenderse, y a usar a la gente para sus propios objetivos.  En la práctica partidaria, crea su círculo de amigos que más tarde serán sus guardapuentes de acceso a su gabinete. Algunos distinguen entre su ambición personal y el proyecto para su país. Otros refuerzan su proyecto personal y se olvidan de sus ideales de juventud.

El 90% de los dirigentes políticos pasan por la universidad y complementan su formación en los partidos políticos y en el contacto con los medios de comunicación. La televisión, los periódicos y las revistas forman parte de su escuela informal. Con esa formación parcial, muchas veces distorsionada, el político asciende a las posiciones de gobierno. Allí debe ahora enfrentar problemas que no se ajustan a los modelos aprendidos en la escuela formal y en su práctica política. Tiene que dirigir organizaciones, diseñarlas o remodelarlas. Tiene que orientar y regular la economía, y para ello no basta la formación del economista sin dominio de la política. Tiene que regir la salud publica aun cuando la formación del médico esté muy lejos de capacitarlo para ello. Obstetras, cardiólogos, ginecólogos y cirujanos distinguidos en su profesión alcanzan su nivel de incompetencia cuando tienen que planificar, organizar, controlar, distribuir gobernabilidad y evaluar resultados. Un ministerio es algo muy distinto que una sala de cirugía o un consultorio médico. Tiene que hacer procesamiento tecnopolítico de los problemas y decisiones, pero su formación separa brutalmente la técnica de la política y la gestión. Trata desesperadamente de aplicar sus conocimientos profesionales y su experiencia política, pero ambas son como dos partes irreconciliables de su vida. Cree que la experiencia política es suficiente para complementar su formación universitaria. En el comando del gobierno siente o intuye que hay una enorme distancia entre lo que debe y puede hacer. Y frente a ese dilema, con “sentido práctico”, renuncia al debe ser y se conforma con el puede ser, que es muy poco. Si está inconforme, entonces culpa a otros de esa brecha entre proyecto y realizaciones. Culpa a la burocracia, al simplismo del ciudadano común que no comprende sus esfuerzos, a los medios de comunicación que silencian su obra, y a la herencia de problemas que hereda y que dice conocer solo ahora en su real magnitud. Cree que esta maniatado por las circunstancias y no por su capacidad insuficiente de gobierno.

Como no puede enfrentar los problemas que el ciudadano valora ni sabe modernizar las herramientas de gobierno que podrían ayudarlo en esa tarea, culpa siempre a las circunstancias y a fallas en la comunicación de lo que hace. Hasta ahora no he encontrado ningún gobernante que va mal que reconozca la inefectividad o insuficiencia de su acción. Sostiene que hace mucho y comunica poco. Este es un argumento doblemente frágil. No existen políticos que no sepan comunicar. De eso si saben. Pero, además el hombre común no necesita que le comuniquen cuando llueve y se moja. El efecto informa mejor que la televisión, si es positivo y tiene magnitud. Cuando algo importante y positivo ocurre se comunica inevitablemente al ciudadano por sus consecuencias, tal como ocurre con las malas noticias. La explicación de este fenómeno es entendible: nadie puede reconocer que lo hace mal sin corregir o culpar a otros.

Esta baja capacidad para gobernar se combina con la soberbia y la sordera, multiplicadas por la posición de poder que lo hace superior. Jamás se le ocurre pensar que su agenda está mal organizada, que no tiene soporte de procesamiento tecnopolítico, que su equipo de planificación es muy poco práctico, tecnocrático y deficiente, que no dispone de equipos preparados para reorganizar y modernizar el aparato público que lo aprisiona con su fricción burocrática, que no sabe cobrar cuentas por desempeño, aunque exige a gritos  el cumplimiento de metas aisladas y mal procesadas, que no sabe distribuir responsabilidades y gobernabilidad y concentra todo en sus manos porque cree que las deficiencias están abajo y no en la cabeza del gobierno. Como no sabe que no sabe, menosprecia el entrenamiento. Ya no lee ni estudia. No tiene tiempo para pensar y estudiar porque está muy ocupado con cosas menores que él mismo centraliza y resuelve una a una, porque no sabe resolverlas en serie mediante reingeniería pública. El centralismo refuerza su ego y llena su agenda. En su vocabulario hay palabras que no tienen cabida o tienen un significado menor. La planificación moderna es un juguete indigno de hombres maduros. No puede salir de su prisión porque su teoría no se lo permite. El mundo del hombre es del tamaño de su vocabulario.

Si alguien le dijera que debe entrenarse en Ciencias y Técnicas de Gobierno se reiría a gritos. ¿Quién podría enseñarle algo nuevo e interesante, si ya sabe todo por experiencia? En contraste, las informaciones dicen que Margaret Tatcher, siendo Primer Ministro, asistió a seminarios sobre manejo de crisis. No tuvo miedo ni soberbia para aprender. Tampoco alegó falta de tiempo.

Por otra parte, ¿Qué le ofrece la universidad al gobernante capaz de hacerse esta autocrítica? ¿Existe alguna Escuela de Gobierno en nuestros países con una oferta de conocimientos que interese a los políticos y los gobernantes? La universidad está de espaldas a los problemas del gobernante y del gobierno en dos sentidos: uno, su oferta de enseñanza es inapropiada para el dirigente público; dos, casi no realiza investigaciones por problemas que estén en el centro de la agenda de la sociedad y del gobernante. Mientras tanto los gobernantes dan palos de ciego con reformas institucionales y organizativas de contenido inapropiado y carente de estrategia para cambiar las prácticas de trabajo del aparato público. No se moderniza, sólo se privatiza. Pero si el criterio para privatizar se basa en traspasar al sector privado lo que no funciona bien en el ámbito público, la lista de privatizaciones debería estar encabezada por la Presidencia de la Republica, convertida en sociedad anónima y el Congreso Nacional y el Poder Judicial en sociedades de responsabilidad limitada. Mientras tanto, en algunos países, se privatizan servicios públicos, como la educación técnica, que constituyen uno de los pocos recursos efectivos a que puede acudir la población más pobre para salir de esa situación.

Algunos creen que la formación del gerente privado es suficiente para abordar los problemas públicos. Es un error mayúsculo. Tan grande como pensar que las actuales escuelas de administración publica resuelven el problema. En Harvard existe una Escuela de Negocios bien diferenciada de la Escuela Kennedy de Gobierno, sin perjuicio de que ambas tengan algunas asignaturas comunes. Las escuelas de gobierno, que merezcan su nombre, no abundan en el mundo. Eso es cierto. Pero, en América Latina solo tenemos escuelas de negocios de buena calidad y escuelas de administración pública que extrañan una manito renovadora.

Yo creo que los políticos y los gobernantes deben ir a la escuela. Sé que esto es un atrevimiento y pido excusas. Mi creencia significa exactamente respeto por la función política y los partidos políticos. Mi recomendación quizá  no es aplicable a los políticos y gobernantes actuales. A muchos de ellos, su orgullo, el mal uso del tiempo y el deterioro de sus oídos con el polvo del poder, los excluye de esta propuesta. Están bien excluidos. El remedio sería inefectivo para ellos. Pero, hay que tener esperanzas con los futuros gobernantes y el futuro de los partidos políticos. De otro modo ¿cómo se consolidará la democracia y ascenderá a niveles superiores? Pero, ¿a cuál escuela irían? La respuesta es obvia: América Latina requiere, al menos, una Escuela de Gobierno. Una de alta excelencia. Hay que crearla. Yo quisiera ser alumno de esa escuela. La palabra la tienen las universidades y los institutos de enseñanza sobre administración pública. No se trata de una escuela para formar líderes ni formar presidentes. Ello es imposible. Se trata de un centro de post-grado donde los profesionales que sientan la vocación de la política y del servicio público se preparen para ese llamado potencial. El líder se forma en la práctica y lo nombra y selecciona el sistema democrático. La escuela de gobierno será su apoyo, no su medio de selección. Con este escrito le recuerdo con respeto y amistad al Presidente Fernando Henrique Cardozo, que algún tiempo atrás concordó conmigo  sobre la necesidad de una escuela de gobierno, que Brasil puede encabezar esta renovación y constituirse en el caso pionero de una nueva generación de gobernantes.

¿Qué es la Escuela de Gobierno?

El arte de la política y el  gobierno supone dotes personales.  Aunque, en buena medida, tales dotes son potencialidades que pueden ser desarrolladas y alimentadas mediante el conocimiento de métodos y técnicas apropiadas. Precisamente, la propuesta de la Escuela de Gobierno se fundamenta en la hipótesis que es posible estimular las dotes personales de la dirigencia política mediante la formación en ciencias y técnicas de gobierno.  Esa formación no puede sustituir ni crear la dosis de arte que requiere la política, pero es un camino para profesionalizar y potenciar el arte del político y mejorar la calidad del estrato tecnopolítico que le brinda soporte. 

El diseño de la Escuela de Gobierno debe tener como espina dorsal de su actividad formativa el desarrollo de las ciencias y técnicas de gobierno  a fin de  superar  la mera interdisciplinaridad que se expresa en una simple  “oferta de supermercado” de cursos, que muestra, al gusto del consumidor, toda una variedad de disciplinas del mundo. Sin perjuicio de reconocer que también son indispensables para elevar la capacidad de gobierno, también se debe superar la idea bien arraigada que es suficiente con la formación de planificadores del desarrollo económico y de gerentes y administradores públicos.  Es el momento de rescatar la idea original de la escuela de Gobierno, pues desde que el Profesor Carlos Matus difundió por Latinoamérica su propuesta, muchos proyectos de esta naturaleza fueron implantados, algunos fracasaron y otros sobreviven sólo de nombre, pues en el mejor de los casos no pasan de buenos programas de postgrado en administración pública.

La propuesta de la Escuela de Gobierno destaca la idea de crear capacidad de gobierno mediante una formación adecuada de los líderes, y sobre todo del estrato político-técnico de la sociedad. Los líderes políticos se hacen en la práctica según las exigencias de la competencia política democrática. Pero el estrato político-técnico de una sociedad se forma en escuelas y, a la larga, eleva las exigencias de la competencia política con el consiguiente efecto positivo sobre la misma formación práctica de los líderes. Por esta razón, la creación de equipos político-técnicos de alto nivel teórico y buena experiencia práctica estimula el ascenso del nivel y calidad de los políticos y de la acción política. Desgraciadamente, el nivel tecnopolítico es un estrato muy poco desarrollado en América Latina.


¿Cuáles son los Objetivos de la Escuela de Gobierno?

El propósito central de la Escuela de Gobierno  es el de contribuir a elevar la capacidad de gobierno mediante el desarrollo de las ciencias y técnicas de gobierno y la formación de una nueva dirigencia política y de profesionales en el  ámbito de la tecnopolítica. Específicamente buscará:

a)   desarrollar el estrato de investigadores en el ámbito de las ciencias y técnicas de gobierno;

b)   desenvolver las bases científicas que deben alimentar el avance de las disciplinas, métodos y técnicas de gobierno;

c)    formar una nueva  capa de profesionales para el aparato público con una visión más amplia que la formación vertical tradicional;

d)   formar el  nivel tecnopolítico como un estrato asesor de la dirección superior de las fuerzas sociales democráticas y de los organismos gubernamentales;

e)   ofrecer condiciones para la formación de una nueva dirigencia política; y

f) promover el intercambio de experiencias de gobierno, la discusión sobre los problemas sociales concretos y la formación de lazos de cooperación entre la dirigencia latinoamericana.

 Áreas de Investigación y Formación de la Escuela de Gobierno

La estructura básica del pensum y de las áreas de investigación de las Escuelas de Gobierno tiene que ser cuidadosamente elaborada para responder a las necesidades de formación del nivel tecnopolítico y la renovación del personal de la dirigencia política.

Para cumplir el doble propósito de formación y desarrollo de conocimiento,  la estructura académica básica de la Escuela de Gobierno debe estar conformada por las siguientes áreas:

a)   ciencias sociales horizontales, con las características ya mencionadas y que tienen la función de articular teóricamente y alimentar en la práctica el conjunto de disciplinas, métodos y técnicas capaces de elevar la calidad de la práctica horizontal

b)   teorías  y métodos generales de dirección capaces de ayudar a los actores sociales a planificar su acción en situaciones de poder compartido y construir escenarios futuros integrales (planificación situacional, planificación prospectiva, teoría de las macroorganizaciones, análisis estratégico, estudio de actores, selección y evaluación de operaciones y proyectos, etc.).
c)    Técnicas de conducción operacional o de gestión administrativa  (análisis de problemas cuasiestructurados, reingeniería pública, presupuesto por programas, gerencia por operaciones, manejo de crisis, monitoreo y evaluación de la gestión pública,  etc.), y

d)   Técnicas para tratar con procesos creativos e interactivos generadores de problemas cuasiestructurados (juegos, ensayos, técnicas de comunicación social, técnicas de negociación, etc.).


Niveles de Formación de la Escuela de Gobierno.

El diseño de La Escuela de Gobierno estará orientado a la formación en tres niveles diferenciados de acuerdo con propósitos, profundidad e intensidad horaria:   

Nivel 1: Postgrado en ciencias y técnicas de gobierno. Tendrá una duración de 18 a 20 meses y estará dirigido a profesionales universitarios con más de tres años de experiencia en organismos que realizan tareas de gobierno público o privadoque estén motivados y demuestren condiciones  para desempeñar funciones tecnopolíticas o de planificación en ámbitos específicos.

Nivel 2: Cursos de entrenamiento intensivo y talleres de trabajo. Con intensidad entre  60 y 90 días, estará dirigido a funcionarios gubernamentales medios con experiencia de más de cinco años  en el nivel político-técnico, dirigentes políticos  y dirigentes de empresas y organizaciones gremiales, interesados en la formación y dominio de las disciplinas de las ciencias y técnicas de gobierno.    

Nivel 3: Seminarios y talleres de alto nivel sobre problemas de gobierno. Con una duración menor a una semana, estará dirigido a  Altos dirigentes políticos, asesores tecnopolíticos, gerentes y dirigentes de empresas públicas y privadas, interesados en ampliar sus conocimientos en las disciplinas de las ciencias y técnicas de gobierno, intercambiar experiencias de gobierno y profundizar sobre problemas sociales concretos.

 Principales Acciones para el Diseño e Implantación de Escuela de Gobierno.

Se propone establecer un Proyecto que contemple el conjunto de acciones y pasos progresivos conducentes a la implantación y consolidación de la Escuela de Gobierno como un centro académico con capacidad para desarrollar la investigación y la formación en las ciencias y técnicas de gobierno.  Se pretende que la Escuela se encuentre funcionando con todas sus  áreas y niveles descritos anteriormente en un plazo de tiempo de 5 años. Este sería el caso para un proyecto de envergadura nacional o internacional. Sin embargo, sin perjuicio de los objetivos de la Escuela, pueden ser promovidos proyectos de alcance más modesto, sea regional o local, donde la duración de su implantación puede ser mucho más corta: entre 6 meses (para el caso de un centro de entrenamiento) y 2 años (para el caso de una Escuela de Gobierno de alcance intermediario).  También, el proyecto puede contemplar una primera fase experimental con un alcance limitado para después progresivamente ampliar su ámbito de actuación.       

En general, las acciones y actividades para el diseño e implantación de la Escuela de gobierno son las siguientes:

a)   Presentación y discusión de la propuesta de la Escuela de Gobierno ante los dirigentes  y representantes de las organizaciones interesadas en su implantación.

b)   Formulación de un convenio con la Fundación Altadir para la utilización de la propuesta de la escuela de Gobierno y los avances conceptuales y metodológicos de las disciplinas de las ciencias y técnicas de gobierno desarrollados por la Fundación. 

c)    Formación de un grupo de trabajo responsable por la formulación y promoción del proyecto, conformado por profesionales, dirigentes y representantes de las organizaciones interesadas en implantar la Escuela de Gobierno en su País, región,  municipio, departamento, estado o institución.

d)   Realización de un seminario de capacitación sobre ciencias y técnicas de gobierno dirigido al grupo de trabajo (entre 80 y 120 horas dependiendo de la existencia de entrenamiento previo).

e)   Análisis de la situación del avance de las ciencias y técnicas de gobierno en el país, región o municipio: existencia de profesionales capacitados, existencia de disciplinas, existencia de investigadores, experiencias similares, etc. 

f)   Identificación de profesores, instituciones y grupos de investigación a nivel local, regional, nacional e internacional.

g)   Formulación del proyecto para la implantación de la Escuela de Gobierno: objetivos, alcance, áreas de formación, pensum, estructura organizativa, acciones de formación de profesores e investigadores, financiamiento, etc.

h)   Formación de los docentes e investigadores a nivel básico y avanzado: seminarios, cursos de especialización y postgrado, becas de formación en el exterior, etc. 

i)     Estructuración organizativa de la Escuela de Gobierno

j)   Implantación de las actividades de formación e investigación de la Escuela: fase experimental con tutoría de los profesionales acreditados por la Fundación Altadir


k)   Seminarios de análisis de la experiencia de la Escuela  Experimental, revisión de su pensum y profesores y extensión de sus alcances


Plan de Estudios de la Escuela de Postgrado (nivel 1).


El Plan de Estudios de la Escuela de Gobierno comprende los  niveles y el conjunto de asignaturas que se precisan a continuación, sin perjuicio de las conferencias, charlas y encuentros que serán ofrecidos con el  propósito de promover el intercambio de experiencias de gobierno y la discusión sobre los problemas sociales concretos.





























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