PROYECTO DE LA FUNDACIÓN ALTADIR SOBRE LA ESC ESCUELA LATINOAMERICANA DE GOBIERNO – ESCOLAG

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Desde que el Profesor Carlos Matus difundió en Latinoamérica su propuesta de ESCOLG, hace más 30 años, muchos proyectos fueron implantados, algunos fracasaron y otros sobreviven sólo de nombre, pues en el mejor de los casos no pasan de buenos programas de formación interdisciplinaria, postgrados o centros de capacitación en  administración pública, en ciencias políticas o políticas públicas. Lo anterior confirma que existe una enorme confusión sobre lo que es una Escuela de Gobierno, y esto contribuye a que no se avance en la implantación del proyecto dentro de los fundamentos de las ciencias y técnicas de gobierno aportados por el Profesor Matus.

Sin perjuicio de reconocer que también son indispensables para elevar la capacidad de gobierno, debe superarse la idea bien arraigada que es suficiente con la formación de planificadores del desarrollo económico y regional, de gerentes y administradores públicos y  científicos políticos.  La formación en las anteriores áreas puede ser hasta necesaria para ampliar la formación o profundizar en algunos temas que acucian a  los líderes políticos en la actualidad. También pueden ayudar a la creación de habilidades y capacidades específicas para la gestión, gerencia o administración del aparato público.  Sin embargo,  poco o nada contribuyen a resolver los problemas propios de la conducción y dirección del gobierno en el juego social y elevar la capacidad de gobierno en nuestras democracias latinoamericanas.
La formación ofrecida por lo que hoy se práctica como Escuela de Gobierno en América Latina, e incluso en el mundo, no se encuentra direccionada a la creación de las capacidades o competencias que deberían tener el estrato tecnopolítico de nuestras sociedades para enfrentar con eficacia los retos de gobernar los problemas del siglo XXI.
En síntesis, una escuela de gobierno es:

·    Un centro de formación de nivel de posgrado que tiene como propósito central  contribuir a elevar la capacidad de gobierno de la dirigencia política latinoamericana y de su estrato tecnopolítico  mediante el desarrollo de las ciencias y técnicas de gobierno y el entrenamiento en sus respectivas disciplinas. Específicamente buscará:

a)    desarrollar el estrato de investigadores en el ámbito de las ciencias y técnicas de gobierno;
b)   desenvolver las bases científicas que deben alimentar el avance de las disciplinas, métodos y técnicas de gobierno;
c)    formar una nueva  capa de profesionales para el aparato público con una visión más amplia que la formación vertical tradicional;
d)   formar el  nivel tecnopolítico como un estrato asesor de la dirección superior de las fuerzas sociales democráticas y de los organismos gubernamentales;
e)    ofrecer condiciones para la formación de una nueva dirigencia política; y
f)     promover el intercambio de experiencias de gobierno, la discusión sobre los problemas sociales concretos y la formación de lazos de cooperación entre la dirigencia latinoamericana.

Por otro lado, una escuela de gobierno NO es:

a)     Un centro de formación interdisciplinaria. No es un supermercado de cursos donde los estudiantes puede escoger de un abanico de disciplinas las que más considere interesante para ampliar su formación. La interdisciplinariedad no resuelve los problemas anteriormente plantados sobre la complejidad del proceso de gobierno en el juego social. Tenemos que superar las limitaciones de la interdisciplinaridad. La interdisciplinaridad es un diálogo entre especialista en distintos departamentos, sin teoría transdepartamental y sin teoría sobre la práctica.   Es un  agregado de partes cognitivas sin visión  global.  Es útil para identificar las contradicciones transdepartamentales e inútil para resolverlas. Para gobernar con eficacia en el juego social, no basta con equipos interdisplinarios que aportan conocimientos especializados en idiomas particulares incapacitados para la interacción que exige el análisis global de los problemas sociales.  Hay un cruce horizontal, transdepartamental, que exige una metateoría para comprender el proceso de producción social desde la perspectiva práctica del actor comprometido en la acción.  Toda decisión exige un soporte de conocimiento especializado vertical. Pero, además requiere del soporte transversal de las ciencias y técnicas de gobierno.

b)    Una escuela o postgrado en administración pública. El administrador público es un profesional que actúan en un ámbito situacional e institucional limitado.  Ejercen su actividad, creatividad y estrategia a partir de las directrices emanadas por la alta dirección de las organizaciones públicas. Tienen un nivel superior a quien acudir para demandar más poder, competencia o recursos, sin perjuicio de que puede, con su acción, ganar el derecho a una respuesta positiva. El nivel administrativo es propio de las líneas de mando al interior de una organización y su entrenamiento se refiere a resolver problemas parciales de gestión en casos donde los objetivos superiores están previamente establecidos por la dirección política.

Por el contrario, un dirigente político en cabeza de las organizaciones públicas se autoimpone los grandes objetivos, crea las directrices hacia el nivel de gerencia y conduce la estrategia de convivencia con los otros actores y organizaciones participantes del juego social y macroorganizativo.  La estrategia del dirigente político sólo tiene el límite de las restricciones que imponen las reglas del juego social y macroorganizativo y el peso de los otros jugadores y organizaciones. Cuando el estratega político no tiene suficiente poder o recursos económicos, no tiene nivel superior a quien demandárselo. Tiene que ganarlo en el juego social y  macroorganizativo.
La formación en la escuela de gobierno busca elevar las capacidades del dirigente político y su estrato tecnopolítico para hacer dialogar la política y la técnica en los procesos propios de la dirección y conducción del gobierno en el juego social, como son:
§ La formulación y planificación estratégica de proyectos políticos y de gobierno.
§ La conducción y reforma macroorganizativa del aparato público.
§ La  orientación y regulación de la economía,
§ El procesamiento tecnopolítico de los problemas sociales.
§ La construcción de estrategias de viabilidad política del proyecto político y de gobierno.
§ El monitoreo y la cobranza y rendición de cuentas por resultados.
§ La evaluación y corrección global del rumbo del gobierno. 

c)   Un posgrado en ciencias políticas.  Las ciencias políticas son muy importantes, pero en general eluden el cálculo sobre el futuro. A los cientistas políticos les horroriza el término planificación política.La formación del cientista político es más pertinente para el diseño de proyectos políticos, el análisis de doctrinas políticas, el análisis del juego político presente o el análisis de la historia política. Los currículos propios de las escuelas de ciencias políticas de pre y postgrado,  regularmente no contienen buena parte de las disciplinas propias de una escuela de gobierno, aunque tienen una cierta intersección.

En cambio, el tecnopolítico debe estar preparado para enfrentar la planificación política,   entendida como un cálculo situacional al interior de procesos creativos e  inciertos, para lo cual debe evitar las desviaciones en que cae, a veces, el cientista político. La médula teórica del tecnopolítico está centrada en el cálculo que precede y preside la acción práctica. Si este se refugia    exclusivamente en las ciencias y técnicas parciales elude el problema   central del cálculo situacional  al servicio de las prácticas de gobierno y del hombre de acción

d)    Un centro de políticas públicas.  Las políticas públicas nacieron en los países anglosajones como una alternativa a la planificación tradicional, signada para ellos con una connotación  política indeseable. Se trata de un esfuerzo horizontal que a diferencia  del análisis de sistemas no tiene pretensiones globales y se  concentra en problemas concretos de la gestión pública. Se diferencia de la propuesta de las ciencias y técnicas de gobierno en que se limita a enfoques parciales y, por consiguiente, útil para iluminar cortes y aspectos específicos da la gestión pública, pero impotente para abordar con profundidad  los problemas que plantea el gobierno en el juego social

Aquí debe ser enfatizado que el  problema teórico sugerido por las ciencias y técnicas de gobierno no se refiere a un problema de políticas. Apunta a un problema mucho más complejo: el de la teoría social capaz de fundamentar las políticas, pensar el diseño de sistemas y proyectos sociales y  abordar la diversidad posible de estilos de gobierno.



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