Sin perjuicio
de reconocer que también son indispensables para elevar la capacidad de
gobierno, debe superarse la idea bien arraigada que es suficiente con la
formación de planificadores del desarrollo económico y regional, de gerentes y
administradores públicos y científicos
políticos. La formación en las anteriores áreas
puede ser hasta necesaria para ampliar la formación o profundizar en algunos
temas que acucian a los líderes
políticos en la actualidad. También pueden ayudar a la creación de habilidades
y capacidades específicas para la gestión, gerencia o administración del
aparato público. Sin embargo, poco o nada contribuyen a resolver los
problemas propios de la conducción y dirección del gobierno en el juego social y elevar la capacidad de gobierno en
nuestras democracias latinoamericanas.
La formación ofrecida por lo que hoy se práctica como Escuela de Gobierno en
América Latina, e incluso en el mundo, no se encuentra direccionada a la
creación de las capacidades o competencias que deberían tener el estrato
tecnopolítico de nuestras sociedades para enfrentar con eficacia los retos de
gobernar los problemas del siglo XXI.
En síntesis, una escuela de gobierno es:
· Un
centro de formación de nivel de posgrado que tiene como propósito central contribuir a elevar la capacidad de gobierno de la dirigencia política latinoamericana
y de su estrato tecnopolítico mediante el desarrollo de las ciencias y técnicas de gobierno y el entrenamiento en sus
respectivas disciplinas. Específicamente
buscará:
a) desarrollar
el estrato de investigadores
en el ámbito de las ciencias y técnicas
de gobierno;
b) desenvolver
las bases científicas que deben alimentar el
avance de las disciplinas , métodos y técnicas
de gobierno;
c) formar
una nueva capa de
profesionales para el aparato
público con una
visión más amplia que la formación vertical tradicional;
d) formar el
nivel tecnopolítico como
un estrato asesor de la dirección superior de las fuerzas sociales
democráticas y de los organismos gubernamentales;
e) ofrecer
condiciones para la formación de una nueva dirigencia política ;
y
f) promover
el intercambio de experiencias de gobierno, la discusión sobre
los problemas sociales
concretos y la formación de lazos de
cooperación entre la dirigencia
latinoamericana.
Por otro lado, una escuela de gobierno NO
es:
a) Un centro de formación
interdisciplinaria. No es
un supermercado de cursos donde los estudiantes puede escoger de un abanico de
disciplinas las que más considere interesante para ampliar su formación. La
interdisciplinariedad no resuelve los problemas anteriormente plantados sobre
la complejidad del proceso de gobierno en el juego social. Tenemos que superar
las limitaciones de la interdisciplinaridad. La interdisciplinaridad es un
diálogo entre especialista en distintos departamentos, sin teoría
transdepartamental y sin teoría sobre la práctica. Es un
agregado de partes cognitivas sin visión
global. Es útil para identificar
las contradicciones transdepartamentales e inútil para resolverlas. Para
gobernar con eficacia en el juego social, no basta con equipos
interdisplinarios que aportan conocimientos especializados en idiomas
particulares incapacitados para la interacción que exige el análisis global de
los problemas sociales. Hay un cruce
horizontal, transdepartamental, que exige una metateoría para comprender el
proceso de producción social desde la perspectiva práctica del actor
comprometido en la acción. Toda decisión
exige un soporte de conocimiento especializado vertical. Pero, además requiere
del soporte transversal de las ciencias y técnicas de gobierno.
b) Una escuela o postgrado en administración pública. El administrador público es un profesional que actúan en
un ámbito situacional e institucional limitado. Ejercen su
actividad, creatividad y estrategia a partir de las directrices emanadas por la
alta dirección de las organizaciones públicas. Tienen un nivel superior a quien
acudir para demandar más poder, competencia o recursos, sin perjuicio de que
puede, con su acción, ganar el derecho a una respuesta positiva. El nivel administrativo es propio de las líneas de mando al
interior de una organización y su entrenamiento se refiere a resolver problemas
parciales de gestión en casos donde los objetivos superiores están previamente
establecidos por la dirección política.
Por el contrario, un dirigente
político en cabeza de las organizaciones públicas se autoimpone los grandes
objetivos, crea las directrices hacia el nivel de gerencia y conduce la
estrategia de convivencia con los otros actores y organizaciones participantes
del juego social y macroorganizativo. La estrategia
del dirigente político sólo tiene el límite de las restricciones que imponen
las reglas del juego social y macroorganizativo y el peso de los otros
jugadores y organizaciones. Cuando el estratega político no tiene suficiente
poder o recursos económicos, no tiene nivel superior a quien demandárselo.
Tiene que ganarlo en el juego social y
macroorganizativo.
La formación en la escuela de gobierno busca elevar las capacidades del dirigente político y su estrato tecnopolítico para hacer
dialogar la política y la técnica en los procesos propios de la dirección y
conducción del gobierno en el juego social, como son:
§ La formulación
y planificación estratégica de proyectos políticos y de gobierno.
§ La conducción y
reforma macroorganizativa del aparato público.
§ La orientación y regulación de la economía,
§ El
procesamiento tecnopolítico de los problemas sociales.
§ La construcción
de estrategias de viabilidad política del proyecto político y de gobierno.
§ El monitoreo y
la cobranza y rendición de cuentas por resultados.
§ La evaluación y
corrección global del rumbo del gobierno.
c) Un posgrado en ciencias políticas. Las ciencias políticas son muy
importantes, pero en general eluden
el cálculo sobre el futuro. A los cientistas políticos les
horroriza el término planificación política.La formación del cientista político
es más pertinente para el diseño de proyectos políticos, el análisis de
doctrinas políticas, el análisis del juego político presente o el análisis de
la historia política. Los currículos propios de las escuelas de ciencias
políticas de pre y postgrado,
regularmente no contienen buena parte de las disciplinas propias de una
escuela de gobierno, aunque tienen una cierta intersección.
En cambio, el tecnopolítico debe estar
preparado para enfrentar la planificación política, entendida como un cálculo situacional al
interior de procesos creativos e
inciertos, para lo cual debe evitar las desviaciones en que cae, a
veces, el cientista político. La médula teórica del tecnopolítico está centrada
en el cálculo que precede y preside la acción práctica. Si este se refugia exclusivamente en las ciencias y técnicas
parciales elude el problema central del
cálculo situacional al servicio de las
prácticas de gobierno y del hombre de acción
d) Un centro de políticas
públicas. Las políticas
públicas nacieron en los países anglosajones como una alternativa a la
planificación tradicional, signada para ellos con una connotación política indeseable. Se trata de un esfuerzo
horizontal que a diferencia del análisis
de sistemas no tiene pretensiones globales y se
concentra en problemas concretos de la gestión pública. Se diferencia de
la propuesta de las ciencias y técnicas de gobierno en que se limita a enfoques parciales y, por consiguiente,
útil para iluminar cortes y aspectos específicos da la gestión pública, pero
impotente para abordar con profundidad
los problemas que plantea el
gobierno en el juego social
Aquí debe ser enfatizado que el problema teórico sugerido por las ciencias y
técnicas de gobierno no se refiere a un problema de políticas. Apunta a un problema mucho más complejo:
el de la teoría social capaz de fundamentar las políticas, pensar el diseño de
sistemas y proyectos sociales y abordar
la diversidad posible de estilos de gobierno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario